lunes, 1 de febrero de 2010

Producción, malditos

El discurso monótono que “para salir de la crisis hay que crear empleo” tiene a los a políticos, sindicatos, patronal y banca encerrados en un callejón sin salida.

Con la esperanza, que tras la cansina repetición de este mantra todo continúe como antes de la crisis. A fin de evitar un cambio en el modelo económico del crecimiento infinito, mantenido sobre el pedestal de la infinitud de perdedores-cadáveres de los que se lucra la competitividad.

Carrera de la competitividad, que deja en la pista a millones de rezagados y perdedores de los que nos dan buena cuenta cada día los medios de comunicación: millones de hambrientos y desplazados, millones de enfermos, marginados y parados, a los que acusan de no estar preparados para competir, a fin de que se esfuercen y una vez se suban al podio del triunfo puedan mirar desde lo alto, con soberbia y orgullo, la desolación de los que han quedado en el camino: una sociedad permanentemente dividida en ricos y pobres.

De modo que la extrema cobardía de los agentes políticos y económicos para elaborar formulas económicas diferentes, destinadas a la colaboración y no a la competitividad, los tiene paralizados por temor a salir desplazados en la foto de “la cordura económica” al igual, que en las tan criticadas economías totalitarias.

Incapaces de modificar su discurso por un simple “Para salir de la crisis: repartir el empleo y los beneficios”. Sin valor para aceptar que el trabajo solo es el medio para conseguir el fin, no el fin, el fin es el bienestar.

Nunca en la historia de la humanidad se había producido tanto y tan rápido. El perfeccionamiento en las técnicas de producción, especialización y mecanización del trabajo, en lugar de liberar al obrero del trabajo, lo someten y degradan a marchas forzadas. Estar sometido a un trabajo precario ya no tiene razón de ser. El incremento constante del paro, en lugar de aprovecharse como una oportunidad para ir repartiendo el trabajo y reduciendo los horarios laborales, para una liberación paulatina de la explotación asalariada, se vive como una maldición o amenaza.

Hay que ser ciegos para no darse cuenta que la crisis es consecuencia de generar excedentes de mano de obra: en el campo, donde antes faenaban 1.000 jornaleros gracias a la mecanización trabajan 20. La crisis de la construcción, donde se tardaban 2 años en levantar un edificio con 100 obreros, ahora se tardan 2 meses con 10 trabajadores. En 5 años hemos construido lo de 25… En contra de lo que sostienen los profetas pro-sistema se pude generar una economía paralela que no esta para lucrar al empresariado o a la banca: Según la agencia del voluntariado, hay más de un millón de voluntarios en nuestro país. Ello es ilustrativo de quien no esta en el mercado laboral también genera bienestar y riqueza sin estar sujeto a disciplinas laborales asalariadas

Se olvida que el progreso esta para generar bienestar, no crecimiento infinito de la riqueza en manos de pocos. El progreso que nos venden, ve como una deformidad el aumento del tiempo libre: la reducción de los horarios laborales y el aumento del tiempo para las actividades creativas y la conversión del trabajo en arte, por temor a desmantelar y sustituir una economía para ricos, montada sobre la explotación del trabajador, por otra, de reparto equitativo de beneficios entre todos los que participan del proceso productivo.

Un obrero de iglesia pobre.
Toni “Es Fuste”
acanaves@ono.com